martes, 15 de febrero de 2011

ENSAYO DE UNA LIDERESA: NOBLE, FRANQUISTA Y LIBERAL

ESPERANZA AGUIRRE GIL DE BIEDMA

No pretenden ser peyorativos estos epítetos, son atributos que configuran su perfil y su ideología política. Sus raíces se nutren de la herencia franquista más genuina. La casi obsesiva vocación nobiliaria de Franco, acogió en el hibrido seno del Movimiento Nacional igualmente a fascistas (falangistas), como a monárquicos; casando a su hija con un marqués. El perfil franquista de Aguirre se lo ha ganado cum laude, siguiendo las huellas del fundador del partido donde milita, Manuel Fraga Iribarne. Lejos de condenar el franquismo, niega la legítima e histórica existencia de la II República Española; justificando con evidente soltura el golpe militar del dictador, el 18 de julio de 1936. Y en cuanto a lo liberal, la lideresa de los conservadores madrileños, defiende a capa y espada la Constitución de 1812, “La Pepa”, considerándose más liberal que Mariana Pineda, y en la fiesta de la Comunidad de Madrid, el 2 de Mayo, se siente más patriótica que Agustina de Aragón. Si realmente su ilustración le llevara a conocer las tres constituciones que le sirven de soporte político, su coherencia dejaría mucho que desear. Es decir, la de Cádiz de 1812 en la cual se inspira su liberalismo. La del 32, la republicana que le sirve para ejercer de negacionista, y la del 78, fue la que la convirtió a la democracia, pero ella la venera fosilizada como el brazo incorrupto de Santa Teresa. Este zoom politikón (animal político) se homologa con mayor holganza con las Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional. Sobre este aspecto, su postura delata el desprecio y lucha sin cuartel contra los sindicatos de clase (constitucionales), añorando el sindicato vertical (franquista).

Sus relaciones con el resto de las instituciones, desgranan un rosario de perlas cultivadas en la factoría más neo-conservadora y neo-liberal del mundo; alineándose con los grandes enemigos del trabajador; siendo abanderada de la libertad de los mercados, la persecución de los sindicatos, la flexibilidad del mercado del trabajo, la privatización del sector público, potenciando la educación privada y si es de la Iglesia (Opus Dei), mucho mejor. Esta aristócrata dama no se le caen los anillos tomando las calles, mercados, colegios, hospitales y demás inauguraciones, convirtiendo con su parco verbo, cualquier día del año en permanente campaña electoral. En sus mítines, aunque carentes de lustre, siempre se deja acompañar por un séquito mudo, que sólo sirve de comparsa. En la Comunidad de Madrid dispone de un potente circuito mediático donde abundan los francotiradores, que apenas entienden su profunda y elaborada ideología liberal, pero la siguen con fe ciega. Es hábil y sagaz. Astuta y oportuna. Contundente en sus verdades. Tenaz en sus principios.

Ha tenido la habilidad para hacer ver a los madrileños, y no pocos se lo han creído, que ella no tiene ninguna responsabilidad de lo que ocurre en su comunidad. Con un cinismo craso acusa a Zapatero de todos los males de Madrid. Ser presidenta sin asumir ninguna responsabilidad y con una oposición dividida, la gobernanza así debe ser un placebo.

Si descendemos al detalle, la noble dama es muy amiga de los empresarios, como no podía ser de otro modo, algunos han sacado la cara por ella y la idolatran. Aguirre está afiliada a un partido, el Partido Popular, pero ella va por libra, como buena librepensadora e ilustrada. Es el látigo que fustiga a su líder y a todo aquel que se le ponga por delante. Su ambición no tiene límites y son más de temer sus omisiones que sus dardos incendiarios. Es mucho más temida que querida y sólo deseada por los componentes de su corte. Tan pronto como divisa un micrófono, oportunidad que aprovecha para enviar algún saludo, casi siempre al Gobierno. Y cuando quiere hace llegar algún mensaje a su partido, para que sepan que sigue ahí, aunque su verbo no brilla por su belleza, se hace entender muy bien.

Esperanza Aguirre es arrogante y presuntuosa, cuando mantiene la perversa idea de que la mayoría absoluta otorgada por los votantes de Madrid, la hace inmune a toda crítica, porque está convencida de que los votos, todo lo justifican, todo lo premian y todo lo perdonan. Pensar que los madrileños tenemos a la presidenta que nos merecemos, sería una falacia. Los madrileños no se merecen la sanidad que Aguirre privatiza y desmantela; enmascarando las deficiencias, retrasos y listas de espera en los servicios de la medicina pública. La educación privada en detrimento de la pública y la Ley de la Dependencia está inédita en Madrid. Aguirre ha creado una discriminación en estos tres sectores, entre otros, con respecto a los derechos constitucionales de los otros españoles. Y ésta es una asignatura pendiente del Estado de las Autonomías. El Estado debía de intervenir cuando una comunidad mermara los derechos fundamentales de sus ciudadanos en detrimento del resto.

La agresión que Esperanza Aguirre hace a los ciudadanos, en derechos fundamentales, supera lo perverso y raya lo delictivo. Pero la izquierda de Madrid, sobre todo el PSOE, es cómplice necesario por omisión. Cuando los socialistas quieran hacer la oposición que merece Aguirre, ya será demasiado tarde. Aunque Tomás Gómez y sus muchachos, abandonaran sus madrigueras hoy y permanecieran en la calle hasta mayo; denunciando las tropelías de Aguirre en Educación, sanidad y dependencia, allí donde vieran un micrófono, no alcanzarían nunca las horas que Aguirre ha voceado sus acusaciones, ocultando sus responsabilidades.

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