EL ESPEJISMO EN EL PODER

El Rey en Barcelona salió entusiasmado de las prestaciones de la Seguridad Social. En Madrid Esperanza Aguirre, alardeaba de cómo le han atendido en la sanidad pública, después de una mamografía en la cual le detectan un cáncer. Y Alfredo Pérez Rubalcaba mostraba su satisfacción de la atención prestada en el Hospital Gregorio Marañón del la capital; reconociendo el buen menú del cocinero. No creo que hayan pretendido ninguno de los tres hacer publicidad de los servicios públicos de la sanidad. La prestación de servicios sanitarios a las autoridades del reino, son el espejismo de la realidad. La asistencia médica es indudable que no discierne entre el noble y el plebeyo, entre el rico y el pobre, el político y el trabajador. Pero en el tema de los plazos que dilatan las asistencias y las listas de espera para acometer los tratamientos, la experiencia y los datos sin maquillar son otra cosa bien distinta. Las intervenciones quirúrgicas del cáncer de mama, no se atienden con la prontitud de la cual ha gozado la presidenta de Madrid. La rehabilitaciones de índole traumatológica, después de cada intervención quirúrgica, se dilatan hasta extremos que el resultado obtenido es inferior al deseado y las sesiones de recuperación son mucho más dolorosas. Y en el caso de revisiones por cáncer de próstata, después de la intervención quirúrgica cada vez son más distantes y el paciente, si quiere hacerse el control debe de acudir a la medicina privada, igual que el que es operado de una muñeca y no quiere esperar a que su rehabilitación se dilate meses. La maestría y la destreza que Esperanza Aguirre tiene para falsificar la realidad y el desparpajo que dispensa a la hora de alardear de sus múltiples inauguraciones, ocultan una sanidad pública entregada al negocio privado. Es injusto constitucionalmente hablando, que haya desigualdades en estos derechos fundamentales entre los españoles. El Estado tiene la asignatura pendiente de intervenir ante la discriminación entre los ciudadanos.