miércoles, 12 de febrero de 2014

HEMEROTECA SOBRE EL ABORTO Y LA ABLACIÓN

En España se disfruta de un Estado de Derecho legítimo y de una Constitución acorde con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero también es cierto que las personas que interpretan sus preceptos y legislan conforme a sus valores, vienen del sedimento cultural, religioso, social y político, que dejó la dictadura del nacionalcatolicismo. Deberán pasar varias generaciones hasta que un juez de cualquier naturaleza, dicte sentencias y siente jurisprudencia, como si Dios no existiera.

EL ABORTO Y LA ABLACIÓN





El aborto y la ablación, comparación gratuita.

Jueces del Tribunal Constitucional afianzan sus sentencias con argumentos que no son jurídicos. No es necesario ser un experto en Derecho para saber que estos jueces están bajo la influencia de aspectos ajenos a un Estado laico. Equiparar el aborto con la ablación del clítoris, les hace acreedores de una merecida falta de confianza y de respeto. Sólo se justifican estos argumentos cuando se analiza su arraigo, su procedencia. Todavía hay jueces que mentalmente pertenecen a la época franquista. Donde el Derecho Canónigo era ley civil, y la religión marcaba, más aún, imponía la conducta a seguir por la sociedad española. El respeto que los Jueces del Alto Tribunal y los miembros del Consejo Superior del Poder Judicial, no es algo que se les otorga sin merecerlo. A medida que pasa el tiempo se confirma que la Transición no trajo la reconciliación entre los españoles y que la letra de la Constitución, por sí misma, no es el bálsamo que todo lo cura. Ciertas conductas de no escasos jueces, están lejos de ser el reflejo del espíritu de nuestra Carta Magna. La interrupción voluntaria del embarazo es un derecho de la mujer. La ablación es un crimen execrable contra su dignidad. La mutilación física atenta contra la libertad y el derecho a su realización sexual. Además es la expresión más vil del machismo salvaje, es víctima de esta agresión porque a la mujer se le considera propiedad exclusiva del hombre, aunque es una mujer quien comete el crimen, lo  realiza por un mandato ancestral del patriarcado. Parece increíble que un magistrado utilice estos dos hechos, pero la raíz está en la influencia moral y religiosa. El derecho que se protege prohibiendo la ablación, es la libertad sexual de la mujer, ajeno a la procreación. Pero la ablación garantiza el placer y la propiedad sexual al hombre y además, no evita  la procreación. La ablación no afecta a la moral tradicional católica. El ejemplo lo tenemos en la inmaculada concepción de María, virgen y madre, sin intervención de varón alguno. En el caso del aborto, el juez piensa en proteger la vida y reinterpreta, influenciado por causas jurídicas ajenas, que la vida en abstracto a proteger está por encima de la decisión de la mujer. Su conciencia moral, no jurídica, le lleva a evitar a toda costa la mayor cantidad de abortos posibles, porque la interrupción voluntaria del embarazo, es un hecho malo en sí.  Es verdad que estos jueces pertenecen al tejido social de la España actual y son correa de transmisión de los partidos que aún piensan como ellos. En nombre de la Constitución, los jueces deberían evitar argumentar sus votos particulares y sus sentencias con afirmaciones ex cátedra, que son agresivas para los que no pensamos como ellos. Pedro Taracena Gil


LA ABLACIÓN




En nuestro país, sin ir más lejos, no pocas niñas están siendo víctimas de otro atropello fanático: La ablación. Pero estemos tranquilos, que los obispos no elevarán su voz contra estas castraciones. Esta actitud también tiene una interpretación cristiana. A una niña a la que se le extirpa el clítoris, mediante el acto carnicero y criminal de la ablación, le han privado para siempre de las sensaciones que su cuerpo, según ha sido creado, le llevarían al orgasmo, máximo placer femenino. Para los obispos la ablación no aparta a la mujer de su fin, que es la maternidad. De esta manera, una mujer sin clítoris se acerca más a la Inmaculada Concepción, símbolo de la maternidad sin placer y sin dolor. Si se ha violado el quinto mandamiento que condena toda agresión a la vida humana y su integridad física, es menos importante que la pureza y la virginidad. En el Congreso de los Diputados, la España de izquierdas, laica y demócrata, explicaba el otro día ante el espanto y la intolerancia de las derecha, una solución médica y científica para reconstruir el clítoris de la mujeres, Sí, para que puedan realizarse sexualmente como mujeres, al margen de que deseen ser madres. No se me ocurre añadir más… Pedro Taracena Gil



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