viernes, 2 de mayo de 2014

¿Qué le cuesta al ciudadano la Unión Europea y qué recibe a cambio?


Por Isidoro Gracia
Exdiputado




 Las Elecciones al Parlamento Europeo están a la vuelta de la esquina. En el escaso debate existente están sobre todo cuestiones locales de cada estado y todas aquellas medidas desagradables que los gobiernos pueden cargar a “los burócratas” de la UE. Craso error, los ciudadanos nos jugamos mucho más con los resultados.
Yo creo que una buena aproximación a la decisión de votar, y qué votar, sería la misma con que cualquier persona afronta un negocio: cuál es la inversión y esfuerzo necesario, qué objetivos lograr y qué beneficios se esperan de ellos.
Este negocio, que empezó con 6 Estados socios en 1957, con el Tratado de Roma, hoy tiene 28, regidos por el Tratado de Lisboa de 2009, y somos beneficiarios o sufridores más de 501 millones de ciudadanos. Tenía, y aún tiene, un objetivo principal, en apariencia simple: evitar que siguiéramos matándonos. La historia de esto que llamamos Europa, geografía, estados, personas  con sus identidades, etc., ha sido, hasta hace muy poco y durante miles de años, la historia de las guerras y batallas libradas en su territorio para que una parte de sus habitantes pudiera dominar al resto; durante siglos, en nombre de sus dirigentes, o de sus religiones, o de su “superioridad” de raza o cultura, algún colectivo ha iniciado la matanza de otros colectivos diferentes para someterlos por la fuerza. Por el momento el objetivo se ha alcanzado razonablemente bien.
¿Qué nos cuesta a cada ciudadano europeo en 2014, la, según los más críticos y opuestos al proyecto UE, costosa y pesada burocracia de la Unión?
Con los presupuestos aprobados 0,71 €/día. Sí, 71 céntimos. Como hace falta perspectiva comparemos la cifra con la de Xunta, también según presupuestos del presente año serán 10, 25 €/día a cada uno de los 2,7 millones de gallegos. O sea menos que un café o 3 cigarrillos.




¿Qué ha significado, al menos hasta hace poco, ser ciudadano europeo?
Hoy día el ámbito de la Unión Europea es el  espacio del mundo donde se goza de un mayor grado de libertad y se disfruta de un estado de bienestar aceptable por la mayor parte de sus ciudadanos,  no existe ningún Estado o conjunto de Estados que supere esto, es decir todas las alternativas de organización política hoy vivas dan peores resultados, que los que da la actual U.E.
Cierto es que, las entidades dirigentes de la UE, Consejo, Comisión, Tribunal de Justicia,  BCE y, en algo menor medida, el Parlamento, al socaire de la crisis han promovido, e incluso exigido, sacrificios que están deteriorando el Estado de Bienestar, pero que no es menos cierto que la relación de fuerzas existentes en esas entidades es fruto de elecciones democráticas, que colocan al frente de los gobiernos de los Estados partidos que imponen, por mayoría, sus orientaciones políticas.
Que del deterioro de la situación de muchos ciudadanos se culpabilice a “los otros socios”, hace que reverdezcan populismos y nacionalismos, similares a los que llevaron a la necesidad de la elaboración del primer tratado, origen de la actual UE, no pueden hacernos olvidar que en democracia que las mayorías deciden, incluso si están equivocadas. En esta empresa, de 501 millones de socios, es razonable que sea más fácil alcanzar mayorías por quien gobierna a más de 80 millones de ciudadanos que quien lo hace a 47, o, solo a  3.




El Parlamento que se va a elegir va a tener mayor posibilidad de influir, en las decisiones de los entes europeos que han venido marcando el rumbo de las políticas económicas y sociales, a pesar de que su aval democrático es menor que el de la Cámara parlamentaria, incluso la mayoría resultante será decisiva en el nombre del presidente de la Comisión.
La fallida Constitución Europea llegaba algo más lejos, pero los adversarios de una Europa mejor avenida (Multinacionales, USA, iglesias varias, nacionalismos mal entendidos  e ideologías excluyentes) consiguieron atrasar y limitar pasos de integración, al menos en el ritmo.
Así pues, si se quiere influir en quien pone los denostados deberes y recortes, o, alternativamente, incentivos que impulsen economía y bienestar, y sobre todo en evitar volver a tiempos de batallas con los vecinos, aun cuando sea  a medio o largo plazo, el participar y acertar en quien se encarga, parece un ejercicio de supervivencia con cierto grado de confort.





1 comentario:

  1. Isidoro, tu comentario aporta un poco de luz a los que estamos hasta las narices de los políticos y sus ' mamandurrias', que decía la otra.
    Hay que votar, mal que le pese a los PP de nuestro entorno. Fuera de Europa sigue haciendo frío.

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